Purita Campos y su mundo
El año pasado en noviembre nos dejó una gran artista, considerada una de las autoras más populares del cómic español en el siglo XX, hablamos de la ilustradora Purita Campos.
Esther era, para las niñas que nacieron en los 70 y la leyeron en los 80, como una hermana más, pero más moderna y con mejor pelo. «Esther y su mundo» era una historieta en la España de la transición, en la que una chica pecosa llamada Esther, con h intercalada, no era como las chicas de la época. Vestía a la moda, sus amigas se llamaban Rita y Doreen y estaba enamorada de un chico rubio con cazadora vaquera llamado Juanito. Fue el primer cómic masivo de España que hablaba a las mujeres desde una mujer; enseñaba a las jóvenes, no su vida, sino la que podían llegar a tener, la que otras adolescentes vivían en otra parte. Y fue un fenómeno de masas ya que se llegaban a vender hasta 400.000 ejemplares por semana, más que Mortadelo.
Hija de modista, a Purita Campos (18 de agosto de 1937, Barcelona) le gustaba evocar cómo ayudaba a su madre de niña dibujando figurines de moda. Estudió en la escuela de Artes y Oficios de la Lonja de Barcelona y siguió con aquellos dibujos de diseños para una empresa en la que, contaba, no le pagaban porque decían que así aprendía. También estudió Bellas Artes y un día conoció por su hermano a uno de los grandes de Bruguera, Manolo Vázquez, creador de Las Hermanas Gilda, que le animó a llevar sus dibujos a la editorial y así comenzaron sus publicaciones.
En los años 50, publicó en revistas para chicas como ‘Dalia’ (1959), ‘Sissi’ (1961), ‘Blanca’ (1961) o ‘Celia’ (1963), también en ‘Can Can’ (1961), con históricos como Peñarroya, Cifré, Conti y Escobar. Además de Esther, creó los personajes de Jana y Gina, éste junto con su marido, el también dibujante Paco Ortega.
A demanda de la agencia Creaciones Editoriales, Bruguera reclamó a dibujantes muestras para captar el mercado inglés y ahí nació, en 1971, en Inglaterra y con guión de Phillip Douglas, la serie ‘Patty’s World’, que en España llegaría tres años más tarde rebautizada como ‘Esther y su mundo’. Como ella misma afirmaba, la clave del éxito de la serie radicaba en que aquellas aventuras enseñaban a la juventud española “una Inglaterra donde las chicas salían de noche e iban a fiestas, chicos y chicas juntos, algo que aquí era impensable. Esa libertad enganchaba”. También, en la variedad de sus historias, en las que había misterio y problemas familiares. Eran jóvenes que vestían minifaldas imposibles y modelitos de diseños originales, fruto del gusto por la moda de Purita Campos, que para los chicos se inspiraba en los “viriles y guapos” que hacía su admirado Hugo Pratt.
La serie, aunque siempre mantuvo la etiqueta de tebeos para chicas, también gustaba a chicos. Nunca imaginó el éxito de aquel mundo de Esther y menos en sus inicios, cuando nunca pensó que acabaría dibujando cómic.
En los últimos años, además de dar clases de dibujo y pintura y celebrar que Ediciones B reeditó en 2014 la colección completa original de Esther, siguió trabajando en la serie «Nuevas aventuras de Esther» en 2006, con una Esther de 40 años, enfermera, divorciada y madre de una adolescente.
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